Todos tenemos alguna razón para levantarnos cada día, ver el sol - o no- y seguir -intentando- sonreír a la vida, aunque solo sea un pelín. Muchos amargados siguen viviendo la vida por que es lo
único que tienen. Otros mucho amargados viven por que tienen miedo a la muerte. Otros muchos - y estos son más- viven por que los demás no les dejan dejar de vivir, porque los demás quieren sacar su mejor parte, porque temen decepcionar a esos 'demás'.
Y ahí llega la cuestión.
Esos "demás", son importantes, pero si sólo miramos por nosotros mismo, somo egoístas. Si solo miramos por los demás, somos unos desgraciados, por vivir para los demás. Y si ya intentamos entrar en un termino medio, nos quedamos con al definición de la persona "perfecta"-cosa que no existe, todos lo sabemos-. ¿Y entonces qué?
Seguimos igual, cambiamos, lo intentamos, lo dejamos de hacer, seguimos intentándolo... y sin darnos cuenta la vida pasa, y llega a su final, ¿y qué hemos conseguido? vivir eternamente en un mundo de cambios donde poco a poco los "demás" han ido huyendo de tus eternos cambios, dándote cuenta de que estas solo. Por y para siempre, solo.
¿Te ha servido de algo intentar llegar al termino medio? Oh sí, claro que te ha servido de algo. Te has dado cuenta de que cada uno somos como somos y tenemos que vivir la vida a nuestra manera, importándonos nosotros, y un poquito los demás, porque, al fin y al cabo, son los que llenan nuestros pensamientos.
Y eso era lo que le pasaba a Nana. Que sin darse cuenta cada día cambiaba y huía de una forma u otra, tus sueños, sin saber como, y sin saber porqué.
03 de febrero de 2010
Sentada en la esquina derecha (su preferida, por que las cosas echas a derechas siempre tienen que salir bien, o eso piensa Nana) de su cabeza, te escribo.
Sé que ha pasado mucho tiempo desde que no doy señales de vida. Pero creo que sabes perfectamente que he ido en un vaivén de sueños locos y vidas diferentes. Cada sueño me ha enseñado una cosa nueva. Y cada sueño a aportado un pelín de color a este mundo insulso.
El otro día me adentre en los sueños de una señora rechoncha que vivía por aquellos lares en los que sentarse en una ventana a las 12 de la noche junto con un colacao calentito al lado de un gatito negro es uno de los mejores momentos que puedes vivir.
La señora estaba muy obsesionada con su peso. Soñaba con su juventud, cuando era bella, bueno, bellísima, y no tenia problema alguno. La gente se quedaba mirándola cuando pasaba por la calle y ella disfrutaba de eso, quería que la mirasen, la adorasen, y, ante todo, quería ser querida.
Pero cuando necesitas que te adoren, que se te queden mirando... no esperes que te quieran. Nunca. Te van a envidiar, ten van a idolatrar. ¿Quieres eso?-Le dije-.
¿Y sabes qué? al día siguiente observe a la señora sentirse mucho mejor consigo misma, comenzar una dieta saludable y vivir una vida de verdad.
Me sentí realmente bien, y complacida por haber echo eso. Bueno, quizás un poquito mal si me siento entrometerme más de lo que debía en su sueño, pero ¿qué más daba? Era para hacer una buena acción, ¿no?
Ella pintó el color Zafiro en mi mundo.